
Aún no puedo afirmar si la novela me gustó o no. En algunos tramos me parece un texto muy bien logrado, con reflexiones interesantes y que me resultan atinadas. En otras partes, tuve la intención de arrojar el libro por el profundo desagrado que me despertó. Imagino que esta es la intención de Houellebecq: provocar, llevar a los extremos, no dejar tranquilo al lector.
Me gusta que un autor despierta, que mantenga alerta, que llame a la reflexión. Pero de ahí a utilizar imágenes desagradables para retratar la fragilidad de la existencia humana, creo que se exagera.
Recurre a una herramienta que me parece egocéntrica sin sentido: el mismo Michel Houellebecq es uno de los personajes de la trama, y no es uno menor. No me parece, porque se pierde la riqueza de la creación y es una vitrina de mal gusto. Esta es mi opinión.
Poco y nada podemos conocer de las tribulaciones del protagonista, Jed Martin; ignoramos sus sueños profundos, sus dudas, sus mutaciones. Apenas podemos atisbar algo a través de la relación con su padre y, paradojalmente, se llega a conocer más del progenitor que del hijo.
En su intento de crítica al capitalismo -¿hay crítica o admiración por sus logros tecnológicos?- se recurre hasta el hastío a la enumeración de marcas de cámaras fotográficas y automóviles. Una enumeración tediosa e innecesaria.
Hay algunas reflexiones interesantes, como las de la muerte en la sociedad contemporánea -y de cómo se quiere evitar su realidad-, pero esta, inevitablemente, nos golpea.
Es un libro sobre la soledad, la muerte y lo impermanente.
¿Lo regalaría? Creo que no. Lo volveré a leer en unos años, cuando yo sea otro yo.
Michel Houellebecq, El mapa y el territorio. Barcelona, Anagrama, 2011. ISBN 978-84-339-7568-3
Querido Ricardo: empezaste por el –"que espero no sea el"– final de la obra de Houellebecq. En cierta medida este autor llegó a un punto en el que no se puede entender su presente literario sin sus originales orígenes. Tres libros suyos deberías leer para entender éste. Te van a ayudar a ver, con otros ojos, más comprensivos, la críptica intención –que intuyo pascaliana– de El mapa y el territorio.
ResponderEliminarEn fin, que me asombró tu comentario final, ya que tu intuición acierta en la diana: es necesario que seas otro vos. Tal vez no haya mejor receta para lograrlo que más Houellebecq: Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales y –con reservas– La posibilidad de una isla.
Y si podés adelantarte a éstos con su ensayo biográfico H. P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida, tanto mejor.
Te mando un fuerte abrazo, y sigo echando un ojo admirado a esta lista de tus lecturas.
¡Muchísimas gracias Pablo, seguiré tu consejo!
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