domingo, 17 de junio de 2018

"Against Their Will", de Pavel Polian

Una práctica frecuente de los regímenes totalitarios es la deportación de personas o grupos étnicos, como parte de su política de ingeniería social. El autor, Pavel Polian, incluso subraya que estas deportaciones masivas de pueblos sólo es posible en un contexto totalitario, aun cuando haya habido numerosos ejemplos de intercambio de grupos étnicos entre países en los últimos dos siglos. La disposición de la vida y el hábitat por una disposición gubernamental, corriendo personas como simples instrumentos, caracterizó a la Unión Soviética y a la Alemania nazi en la primera mitad del siglo XX.
Esta política de traslado forzoso de un pueblo a otra geografía, comenzó en la Unión Soviética durante el período leninista, cuando se deportó a los cosacos al Asia Central. Con esto, no sólo desvinculaban a un pueblo del lugar de donde se había asentado -y hundía sus raíces y tradiciones, su arquitectura y posesiones, y donde habían enterrado a sus antepasados-, sino que eran llevados a entornos hostiles, desconocidos, en donde podían ser controlados, desarraigados y vaciados de su cultura.
La URSS, bajo el puño de hierro de Stalin, vio cómo cientos de miles de personas eran llevadas de sus tierras hacia el Asia Central -en especial Kazajstán- con fines geopolíticos e ideológicos. Así ocurrió con los alemanes del Volga, los tátaros de Crimea, calmucos, ingusetios, karachais, griegos de Crimea, turcos sejmet, chechenos, finlandeses, polacos, bálticos y bashkirios. Movidos como piezas de ajedrez en un tablero inhumano, con pérdidas y muertes, transplantados y hundidos en lugares en donde debían cambiar sus viejas formas de vida para ganar el sustento. El impacto económico de estas transformaciones llevó a más pobreza dentro de la URSS, manipulada desde el poder a través de una planificación central que revelaba su arbitrariedad, ineficacia e inutilidad. Crimea, vaciada en gran parte durante 1944 de los tátaros, fue reemplazada en su composición por nuevos pobladores rusos que ignoraban cómo cultivar esa tierra, tomando posesión de lo que sus antiguos pobladores habían dejado atrás. Era, también, parte de la guerra cultural contra estos pueblos deportados, que perdían sus templos y cementerios, gran parte de sus libros y expresiones materiales de una concepción singular de la vida.
La Alemania nazi también, al ocupar la parte occidental de la URSS con su invasión en 1941, llevó adelante campañas inhumanas de deportación y exterminio. Trasladó a personas de orígenes germánicos a estas latitudes, en tanto expulsó eslavos y exterminó judíos. También llevó cientos de miles de Ostarbeiter a trabajar en las fábricas de Alemania, que luego fueron devueltos -y maltratados como sospechosos y traidores- a la URSS tras la conflagración planetaria. 
Caravana de calmucos
Asia Central, en especial Kazajstán y Uzbekistán, se convirtieron en estos depósitos humanos, cambiando la composición demográfica con el arribo de esos pueblos removidos. Otros fueron enviados al norte ártico, en tanto que otros al Este de los montes Urales. De modo que las fronteras de la URSS en el Occidente (Bielorrusia, Ucrania, países Bálticos) estuvieran sólo pobladas por rusos, ucranianos y bielorrusos, sin minorías étnicas que despertaran la sospecha o pudieran ser cabeceras de playa de invasiones.
En 1957, tras la crítica de Jruschov a Stalin, se levantaron restricciones a los pueblos castigados, pudiendo muchos de ellos retornar a sus tierras ancestrales, e incluso se restauraron las "repúblicas autónomas" a la mayoría de estos grupos étnicos -no fue así con los tátaros de Crimea, los alemanes y los turcos sejmet-. Los alemanes del Volga intentaron, durante los años de Gorbachov, restaurar la república autónoma, siendo rechazados por un amplio movimiento que se oponía tajantemente a esa posibilidad. Muchos, pues, optaron en el decenio de los noventa por emigrar a la República Federal Alemana. Pero las barreras impuestas para recibir en Alemania a estos inmigrantes, pusieron un límite que muchos no pudieron franquear, como el examen de idioma.
Muy poco conocido e investigado es el caso de los civiles alemanes deportados hacia la URSS después de 1945. Ya durante el transcurso de la guerra, en la URSS se pensó en la utilización de civiles alemanes para reparar los daños de la invasión, bajo el concepto de "reparación a través del trabajo". Tanto en la conferencia de Teherán como en la de Yalta, los soviéticos intentaron introducir este concepto, al que estadounidenses y británicos no adhirieron. Entre diciembre de 1944 y febrero de 1945, aún en guerra, los soviéticos transportaron poco más de cien mil personas de origen alemán desde los Balcanes hacia la URSS. Eran hombres entre 17 y 48 años, y mujeres entre 17 y 32 años. Las fechas, señalan algunos investigadores, no fueron casuales: se habrían aprovechado las fiestas de fin de año para tomar contingentes familiares. Un número similar de deportados fueron enviados por el NKVD desde Polonia y los países bálticos, estimándose que más de un cuarto de millón de personas fueron enviadas a trabajar a territorio soviético. A estos se sumaban los prisioneros de guerra, y todas estas categorías comenzaron a ser repatriadas en 1948, tras años de deterioro físico por las labores realizadas y las condiciones infrahumanas en las que sobrevivieron. Se estima que unos 66 mil alemanes fallecieron como "internados" en la URSS, en esos años.
El autor sistematizó el esquema en 53 operaciones de deportación de grupos étnicos, sociales y religiosos entre 1919 y 1953, aproximadamente doce millones de personas. Pavel Polian remarca que el único beneficiario económico de estas operaciones fue la NKVD, pero que supuso una enorme pérdida de recursos para la población soviética en general. 
Los criterios de las deportaciones siempre fueron de culpabilización colectiva, ya que el concepto de la responsabilidad individual no forma parte de la mentalidad totalitaria del marxismo-leninismo. El individuo y su voluntad carece de sentido en esta teoría de ingeniería social, por lo que se aplicaban castigos colectivos que recaían sobre todos los miembros de un grupo, real o imaginado, con el fin de establecer su utopía. 

Pavel Polian, Against Their Will: The History and Geography of Forced Migrations in the USSR. Budapest, Central European University Press, 2004.

No hay comentarios:

Publicar un comentario