miércoles, 27 de junio de 2018

"The Paranoid Apocalypse", de Richard Landes y Steven Katz (comp.)

Varios autores se han reunido en este volumen para analizar los itinerarios del libelo conocido como Protocolos de los Sabios de Sión, un texto escrito en francés y elaborado por la Ojrana, la policía secreta del zarismo, para inculpar a los judíos de tener un plan de dominación planetaria. Hecho a partir de párrafos plagiados a una novela satírica de Maurice Joly, Dialogue aux enfers entre Machiavel et Montesquieu, sobre el emperador Napoleón III, así como de la novela Biarritz, de Hermann Goedsche, el panfleto hizo una carrera inesperada y recorrió distintas latitudes, conquistando mentes afiebradas en Europa, Estados Unidos, América latina, Japón y Medio Oriente. 
Los autores se lanzaron a la difícil e intrincada tarea de desbrozar cómo se elabora una teoría conspirativa, ya que esta se sostiene por una fe inquebrantable e incuestionable, y toda crítica apunta a fortalecer la convicción de que conspiración está en marcha. 
Por un lado, los autores sostienen que la matriz apocalíptica y escatológica del libelo tiene orígenes religiosos, por lo que tiene sus raíces en la Europa cristiana medieval, aportando una serie de antecedentes. Allí están, por ejemplo, las acusaciones de "asesinato ritual" y la identificación de los judíos con el demonio y, por consiguiente, nada menos que secuaces del Anticristo. El panfleto recoge acusaciones típicas de supersticiones medievales y las mezcla con elementos de la modernidad, por lo que sirvió para antisemitas de las más variopintas extracciones. ¿Por qué ha tenido tanto éxito en su difusión? Los fenómenos sociales son de una gran complejidad y suponen la comprensión de múltiples variables, por lo que las teorías conspirativas tienen la ventaja de ser simples y reducirlo todo a una relación binaria de buenos y malos. Desde esta perspectiva, Sergei Nilus, uno de los propagadores de los Protocolos en Rusia, se trataba del enfrentamiento entre Dios y Satanás, siendo el segundo ayudado por judíos y masones -y luego bolcheviques-, pero que no hacían más que cumplir como instrumentos al servicio de la salvación final y la segunda llegada de Jesús. Para la Sociedad Thule y el nazismo, en cambio, se trataba de un enfrentamiento racial entre arios y judíos, del que debía sobrevivir uno de los dos, un Armageddon del que Hitler aspiraba a salir triunfante y establecer un imperio milenario
Lejos de haber quedado arrumbado como un panfleto falso tras la segunda guerra mundial, los Protocolos siguieron su propio camino: el capítulo dedicado a su difusión en Japón, en donde fue tomado con gran credulidad, pone en evidencia la atracción que puede ejercer sobre personas que buscan desesperadamente un sentido a su existencia y se aferran a cuanto relato esté disponible, o bien a quienes lo toman de buena fe como un hecho sin mayor discusión. En Estados Unidos, su gran propagador fue el empresario Henry Ford, ya desde su periódico Dearborn Independent como con su libro The International Jew, en el que se hizo eco de los Protocolos, adaptándolos a su país y dándole la autoridad que significa la de un empresario exitoso en una economía que ensalza el éxito del capitalista, como si una visión de los negocios pudiera ser trasladada a la comprensión de los fenómenos complejos de la sociedad. Esta ideología conspirativa ha sido tomada tanto por fundamentalistas cristianos, por los supremacistas blancos como David Duke y por Louis Farrakhan y su grupo islamista. 
El absurdo, que pareciera no tener límites, llega a los niveles del delirio cuando los Protocolos sirven para inspirar a una escatología cósmica de supuestos visitantes intergalácticos como Hatton, que ha viajado con su nave espacial desde las Pléyades, para alertarnos sobre el plan de dominación mundial de los judíos... 
Los Protocolos también hacen carrera en Medio Oriente, en particular como texto en las escuelas primarias por parte de la Autoridad Nacional Palestina, cuyo objetivo es deslegitimar al Estado de Israel con un relato ahistórico que perpetúa la situación bélica. 
Infortunadamente, este tipo de teorías conspirativas se han reproducido y metamorfoseado gracias a su difusión en las redes sociales, multiplicándose y llegando a oídos incautos. Es por ello tan necesaria la comprensión de este fenómeno cultural, que comienza en los márgenes pero que, de no ser debidamente refutadas y expuestas en su falsedad, puede ganar la aceptación masiva y pasiva de numerosos adeptos y voceros.

Richard Landes y Steven Katz, The Paranoid Apocalypse: A Hundred-Year Retrospective on The Protocols of the Elders of Zion. New York, New York University Press, 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario