El libro de Henri L. Wesseling Divide y vencerás. El reparto de África, 1880-1914, es una gran introducción a lo que ocurrió en el continente africano a fines del siglo XIX y comienzos del XX, en la era de la máxima expansión colonialista europea.
El autor recorre las distintas regiones de África para narrar la expansión europea, comenzando por las costas del Mediterráneo -en donde Francia ya había conquistado Argelia en 1830- en el marco de la rivalidad entre británicos y franceses por regiones que aún formaban parte del desfalleciente Imperio Otomano. De allí que la posesión de Túnez y Egipto pasaran a formar parte de una agenda mayor de la política exterior europea.
La aventura de Leopoldo II, rey de los belgas, en busca de una posesión en África fue el motivo de la célebre Conferencia de Berlín, orquestada por el canciller imperial alemán Otto von Bismarck, y en la que se resolvieron algunas cuestiones de ocupación de las costas africanas. En este sentido, el profesor Wesseling aporta precisión, ya que en general se supone que en este evento diplomático se "repartió" el continente, lo que se sostiene en la gran mayoría de los textos sobre historia diplomática. Como consecuencia de esta conferencia, quedaron claras las presencias europeas en las costas africanas, mas no en el interior, puesto que se desconocía la geografía. Hacia allí partieron numerosos exploradores como el famoso Dr. Livingstone y el aventurero Stanley.
Los británicos tuvieron claro que su objetivo era cuidar Egipto y, más en particular, el canal de Suez que los comunicaba con Asia. De allí que no vacilaron en recurrir a una gran demostración de fuerza frente a las pretensiones francesas en el conflicto de Fachoda, en 1898. En otras regiones, como en África oriental o central, la presencia británica tenía como objetivo no dejar librados esos espacios a sus rivales alemanes, portugueses o franceses.
En Francia, en cambio, nació un poderoso sector a favor de la carrera colonial y de la creación de un gran imperio, que canalizó la gran frustración por la pérdida de Alsacia y Lorena a manos de los alemanes en 1870. Será a partir de 1904 cuando franceses y británicos logren cerrar sus conflictos coloniales y comerciales en Asia, África y América del Norte y comience a vertebrarse la Entente Cordiale que llevó a ambos países a permanecer aliados en la primera guerra mundial.
Los alemanes, impulsados primero por Bismarck y luego por el Kaiser Guillermo II, se aventuraron tardíamente en África, pero ello fue despertando el recelo de los británicos, cada vez más atentos al desarrollo de la Armada del imperio teutón.
Un capítulo aparte merece la guerra de los Boers librada en África del Sur por parte de los británicos contra las repúblicas de Transvaal y el Estado Libre de Orange, que fue un anticipo del tipo de guerra que se libraría en el escenario europeo en 1914 y que mostró las falencias del ejército imperial.
El libro cierra, naturalmente, con un incidente que hoy entendemos como un precedente de la primera guerra mundial: Marruecos. Allí, los británicos apoyaron la creación de un protectorado francés a pesar de las amenazas alemanas.
Resulta interesante para el lector la existencia de varios reinos y sultanatos independientes en África que en la enorme mayoría de los textos históricos son tratados con desdén o bien ignorados. Como bien señala el autor, la conquista de África nunca fue completa y en ella participaron los africanos en grado considerable.
África sigue siendo, aún hoy, un continente desconocido para muchos -entre los que me incluyo-. Un escenario en el que sigue habiendo guerras sangrientas, dictaduras asesinas, genocidios y destrucción sistemática de la naturaleza.
Henri L. Wesseling, Divide y vencerás. El reparto de África, 1880-1914. Barcelona, RBA, 2010. ISBN 9788498676938
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