Durante ocho mil años, en el mundo mediterráneo se practicaron los sacrificios de animales hasta que, en los primeros siglos del cristianismo comenzó a abandonarse. Daniel Ullucci explora en este libro las diferentes posturas de cristianos, filósofos paganos y judíos en torno al sacrificio animal, buscando las claves de ese cambio.
Con rigor y precisión, primero señala que el sacrificio de animales era el modo de honrar y ganarse el favor de los dioses en la antigüedad, así como dejaba claras las jerarquías sociales. El sacrificio se realizaba frente al templo y posteriormente se realizaba un banquete en el que participaba toda la comunidad.
De allí que, cuando los cristianos no fueron parte de estas celebraciones, no sólo se identificaban frente a la comunidad, sino que eran percibidos como elementos peligrosos que desequilibraban el orden cósmico.
Ullucci señala que hubo autores críticos hacia las formas del sacrificio antes del cristianismo, y repasa a Platón, los estoicos y epicúreos. No obstante, acierta en señalar que sus observaciones eran sobre cómo se realizaban o su utilidad, pero no cuestionaban la práctica en sí misma, a diferencia de los pitagóricos y órficos, que eran vegetarianos. Lo mismo precisa en el judaísmo, con ejemplos como Filón de Alejandría o la comunidad de Qumran: criticaban cómo o quién lo hacía, pero no el sacrificio de animales en el templo de Jerusalem.
En los primeros siglos del cristianismo, la postura no fue clara. San Pablo se opuso a que los cristianos participaran en los sacrificios celebrados a dioses inexistentes, una postura que fue acompañada por padres de la Iglesia como Justino e Ireneo de Lyon. Es probable que los primeros cristianos sí participaran de los sacrificios celebrados en el templo de Jerusalem, destruido en el año 70.
El desarrollo teológico cristiano de los siglos posteriores asimiló la muerte de Jesús -y la de los mártires- con el sacrificio, pero esto distaba de ser la concepción que imperaba en la antigüedad.
A mi juicio, el autor plantea el problema pero no ha logrado responder a la pregunta de porqué los cristianos no hicieron sacrificios de animales, ya que esto no respetaba la tradición del Antiguo Testamento. Ullucci propone una causa histórica: la destrucción del templo de Jerusalem, por lo que no habría una razón religiosa sino un evento humano el que llevó a abandonar esa práctica cruel.
El último capítulo lo dedica al emperador Juliano II, "el Apóstata", que intentó en vano revivir la religión pagana con criterios muy estrictos. A pesar de sus esfuerzos, no lo logró: el cristianismo había logrado cambiar sustancialmente las costumbres y nadie concurrió a la celebración de sacrificios que intentó en Antioquía.
Creo que la obra de Ullucci es valiosa, meritoria, pero que hay eslabones que no ha logrado encontrar, o que ya no están disponibles. Deja interrogantes al lector, que son semillas para provocar nuevas lecturas e investigaciones.
Daniel Ullucci, The Christian Rejection of Animal Sacrifice. New York, Oxford University Press, 2012.
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