miércoles, 5 de febrero de 2025

"Rusia", de Antony Beevor

Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo en torno a la revolución rusa de 1917, así como sobre el zarismo tardío. Esta obra de Antony Beevor se concentra con sumo detalle en la etapa inmediatamente posterior, estrechamente vinculada, como es la de la guerra civil entre 1917 y 1921, que comenzó cuando aún la Gran Guerra (1914-1918) no había finalizado.

Beevor recurre a una multiplicidad de fuentes para escribir su libro: memorias, archivos, cartas; desde los grandes protagonistas que tomaron las decisiones políticas y militares, hasta la de las personas que combatieron o, simplemente, padecieron una tragedia inhumana y gigantesca durante esos años. El relato es estremecedor, de principio a fin, ya que fue una etapa marcada por el más profundo desprecio por la existencia humana, de destrucción sistemática, con hechos que anticiparon en veinte años lo que fue la Shoá. Ejecuciones masivas, muertes a sablazos, cadáveres colgados en los faroles, violaciones, torturas, fusilamientos en fosas comunes: la lista es mucho más larga. 

Como en toda guerra civil, la crueldad supera los límites de lo imaginable, ya que se manifestaron los peores rostros de la conducta humana. 

La monarquía zarista se desplomó rápidamente a comienzos de 1917 y se formó un gobierno provisional presidido por el príncipe Lvov, del partido Constitucional Demócrata (KD, o "kadete"), acompañado por los social-revolucionarios ("eseristas" que luego se dividieron en derecha e izquierda) y los mencheviques. El minúsculo partido bolchevique, marginal, se mantuvo expectante para dar su propia revolución bajo la guía férrea de Vladímir Ilich Lenin, lo que hizo en noviembre de 1917 (calendario gregoriano). Tras sabotear las deliberaciones de la Asamblea Constituyente, en donde la mayoría era de los social-revolucionarios, los bolcheviques junto a la fracción de los eseristas de izquierda -que tenían cargos de menor jerarquía en el Consejo de Comisarios del Pueblo -Sovnarkom- fueron estableciendo la dictadura del proletariado que, en rigor, fue una dictadura del partido único. Además de consolidarse, en una situación de gran fragilidad política y carente de legitimidad de origen, en el poder, el otro gran desafío paralelo para el régimen bolchevique era lograr un tratado de paz con las potencias centrales en la frontera occidental. Las autoridades del Imperio Alemán ayudaron a Lenin en su campaña antibélica, ya que proponía la salida unilateral del conflicto mundial, lo que beneficiaba a los teutones. Por otro lado, los germanos ambicionaban ocupar las fértiles llanuras de Ucrania y Bielorrusia, consolidarse en los bálticos Lituania, Estonia y Letonia, y apoyar la independencia de Finlandia. Todo esto se pudo lograr gracias al tratado Brest-Litovsk, que para los bolcheviques no era más que un retroceso estratégico ante la supuesta inminencia de una serie de revoluciones socialistas en Europa.

Antony Beevor, con maestría, se abocó a la etapa bélica siguiente: las intervenciones de los países Aliados (Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Japón) en suelo del antiguo Imperio Ruso, cómo actuaron la Legión Checoslovaca y la Polaca, cómo es que las tropas alemanas -por decisión expresa de los vencedores de la Gran Guerra- siguieron presentes en los países bálticos para contener la expansión bolchevique, y cómo se fueron conformando los ejércitos Blancos que combatieron contra el Ejército Rojo a lo largo de esos años. Hubo otras fuerzas combatientes en un tablero en el que hubo muchos, muchísimos actores participando simultáneamente, cada uno con sus propios objetivos: los partisanos verdes, el ejército de Nestor Majnó, los independentistas ucranianos, finlandeses, bálticos y del Cáucaso. Beevor traza los contornos de personalidades de los ejércitos Blancos, como Kolchak (Gobernante Supremo), Kornílov, Mai-Mayevski, Iudénich, Wrangel, Denikin, entre muchos otros, que alentaron o permitieron que sus tropas y oficiales llevaran adelante todo tipo de saqueos y despojos, al mismo tiempo que el Ejército Rojo también lo hacía con su "comunismo de guerra". El Ejército Rojo fue formado rápidamente por Lev Trotski, quien lo manejó con puño de hierro, y en él también tuvo participación Stalin en el frente sur, en una situación en la que se puede ver el inicio de la rivalidad mortal entre ambos líderes bolcheviques. En medio quedaban los campesinos, impotentes ante distintas formaciones militares que asolaban todo a su paso, y que procedían a ejecutar a quien se les cruzara sin el menor miramiento. Los dejaban en una situación imposible: al incautar todo el grano y los animales, no había forma no sólo de producir, sino de alimentarse en lo inmediato, lo que terminó provocando una hambruna en suelo ruso.

A diferencia del Partido Comunista, los Blancos carecían no sólo de un mando central -por eso escribo "ejércitos" en plural-, sino tampoco de un programa político que fuera creíble y aceptable para los campesinos, que en ese entonces era la abrumadora mayoría de la población, y tradicionalmente reticente ante las autoridades. El nacionalismo gran ruso imperaba entre los oficiales Blancos, lo que hizo imposible articular con fuerzas independentistas: el todo o nada, los llevó a perderlo todo. Ese nacionalismo mesiánico era profundamente antisemita, heredero de las Centurias Negras, y por ello creían que todos los judíos eran bolcheviques, con lo cual en medio de esta guerra llevaron adelante varios pogroms.

Antony Beevor, además, retrata actores aparentemente marginales como fueron los combatientes chinos, la Liga Polaca en Siberia -descendientes de polacos trasladados a esa región tras el levantamiento de 1863-, o la terrible masacre en suelo persa durante la Gran Guerra y la guerra polaco-soviética, casi nunca registradas en los textos. 

También analizó las actuaciones de los oficiales de los ejércitos Aliados en esta guerra, y funcionarios como Winston Churchill, entonces secretario de Guerra en el Reino Unido, que era furibundamente antibolchevique y quiso apoyar a los Blancos hasta el último momento. Los occidentales sostuvieron a los Blancos con el único objetivo de impedir la expansión comunista en Europa, aunque aborrecían de sus prácticas, corrupción e ineptitud.  Beevor cierra, en sus conclusiones, con esto que cito: "Demasiado a menudo los Blancos representaron los peores ejemplos de la humanidad. Pero en lo que atañe a la inhumanidad implacable, nadie superó a los bolcheviques". Se abrió, así, un siglo XX marcado por el horror abismal, la deshumanización sistemática e industrializada.

El libro de Antony Beevor tiene muchísimos méritos, desde lo académico como para el público en general, llenando lagunas que otros textos suelen pasar por alto. De lectura imprescindible para quien quiera comprender la historia de Rusia y de la URSS, de Europa oriental, del siglo XX.


Antony Beevor, Rusia. Revolución y guerra civil 1917-1921. Barcelona, Crítica, 2022.

miércoles, 15 de enero de 2025

"La experiencia democrática", de Natalio Botana


Un nuevo libro de Natalio Botana es siempre una buena noticia y una invitación a la reflexión, serena y racional, como lo es en este caso con su meditación sobre la experiencia democrática argentina en los últimos cuarenta años, de 1983 a 2023. En su carácter de historiador y politólogo, autor de textos ya clásicos para la comprensión de nuestro pretérito común como La tradición republicana, El orden conservador, y el más reciente Repúblicas y monarquías -entre otros-, Botana recorre de un modo amable, incisivo, elegante y sensato los cuarenta años tras la restauración democrática. Período extenso y azaroso, en el que si bien se consolidó la democracia electoral, aún dista de ser una democracia plena, y sobre todo con un problema acuciante como es el de la pobreza que supera el 50%.
Por un lado, no deja de ser auspicioso que se haya abandonado la práctica perniciosa de los golpes de Estado, y que la regularidad electoral ya se haya establecido como una rutina. No obstante, los valores republicanos y pluralistas están en jaque ante una polarización hacia los extremos, que cuestionan severamente a las fuerzas y, sobre todo, las actitudes centristas que buscan la razonabilidad en la ejecución de políticas públicas. El populismo ya no es un método -que carece de ideología- que se pueda hallar sólo en democracias endebles, sino que también se manifiesta con fuerza creciente en las más consolidadas, con siglos de tradición, como es en los Estados Unidos.
Botana señala que "En períodos de desconcierto y de fragilidad de las creencias, los sujetos históricos se aferran a la simplificación". Precisamente, es esa simplificación la que tiene un efecto convocante muy poderoso en la opinión pública, cortando la sociedad en mitades opuestas, hacia uno u otro lado, con la lógica binaria de "pueblo-antipueblo", así como otras taxonomías de seducción rápida.
Botana, como buen politólogo, establece diferencias a tener en cuenta a lo largo del texto: por ejemplo, las democracias de partido y las democracias de candidatos, ya que en la segunda es donde tienen primacía los outsiders. Los partidos políticos vienen padeciendo una crisis de legitimidad, a la par de una crisis de la representación, que dan lugar a la aparición de diferentes outsiders con un gran poder de convocatoria. Este fenómeno se ve multiplicado gracias a las redes sociales, con una mayor autonomía de los sujetos políticos. El bipartidismo fue reemplazado por un bicoalicionismo, y este a su vez fue reemplazado en 2023 por una nueva configuración que aún no termina de tomar forma.
El autor, observador atento y analista de primera línea durante los cuatro decenios, hace un repaso intenso de las tendencias hegemónicas del kirchnerismo, que conjugó una gran expansión del gasto público, una nueva narrativa con pretensiones históricas, y una economía que se sostuvo con la exportación de alimentos hacia Asia Oriental. Este esquema, limitado, tuvo pretensiones de larga duración con la alternancia de la pareja presidencial, a la par que dio rienda suelta a una corrupción que alcanzó niveles escandalosos con desparpajo de impunidad. El período de Cambiemos no supo afrontar las reformas estructurales, por lo que en 2019 el kirchnerismo volvió al poder, bajo la máscara de un candidato presuntamente "moderado"... 
El libro cierra con la elección del 2023 y la irrupción de Javier Milei. Botana, gran conocedor de la filosofía política, analiza de qué liberalismos se está hablando en estos tiempos, sus límites y horizontes, las raíces e itinerarios de esta tradición del pensamiento occidental.
En resumen: para comprender el extenso período 1983-2023, es ineludible conocer la perspectiva que aporta Natalio Botana, con su lucidez, serenidad y precisión.

Natalio Botana, La experiencia democrática. Buenos Aires, Edhasa, 2024.

martes, 31 de diciembre de 2024

"El Mediterráneo", de John Julius Norwich

El escritor y diplomático John Julius Norwich, fallecido en 2018, fue un autor prolífico y un excelente divulgador sobre el Mediterráneo oriental -su trilogía sobre Bizancio está siendo publicada en nuestra lengua, sobre la que comentaré más adelante- y la milenaria historia de Venecia. En este volumen, de carácter más general, acometió la difícil tarea de englobar la historia humana en el Mar Mediterráneo desde la antigüedad hasta las conferencias de paz tras la Gran Guerra. Estamos acostumbrados a leer la historia segmentada por países, y entonces cuando se nos ofrece una visión con aspiración de sistematización regional, nos despierta una perspectiva renovadora y vivificante. Y, sobre todo, porque Norwich exhibe las contingencias de la existencia humana, cómo pequeños hechos o decisiones arbitrarias, tomadas al azar o por información sumamente escasa, lleva a cambios drásticos e impensables para sus protagonistas. Nada, absolutamente nada, determina la historia humana, no tiene un "sentido", aunque sí se pueden observar líneas profundas de continuidad en el imaginario cultural de cada país, que se transmite de generación en generación.

Los capítulos más logrados son, indudablemente, aquellos dedicados al Imperio Romano de Oriente -Bizancio-, la presencia veneciana, y de las islas como Chipre, Creta, Malta, Sicilia y las islas jónicas, aunque también escribió sobre las Baleares, Córcega y Cerdeña. Pero cuanto aconteció en la parte occidental del Mediterráneo es la más conocida en estas latitudes -todavía-, en tanto que los acontecimientos históricos de la parte oriental suelen ser tenidos a menos, o simplemente mencionados cuando han jugado un papel en el pretérito de los europeos occidentales. Pero no, se trata de una historia riquísima y compleja, digna de ser estudiada y leída, y este libro de Norwich es una magnífica llave de acceso a esa región del mundo. Los sitios de Creta y Malta, por ejemplo, o cómo las Cruzadas afectaron al Imperio Romano de Oriente para debilitarlo mortalmente -aun cuando el objetivo proclamado era otro-, muestran a las claras la falta de visión de conjunto de la cristiandad, con cada uno de los actores políticos atendiendo a su propia agenda en lugar de tener una visión de conjunto y hacia el largo plazo.

De especial relevancia son los capítulos dedicados a la entonces llamada "cuestión de Oriente", con la independencia de Grecia y la creciente intervención de las potencias del siglo XIX -una historia de la que fueron parte Lord Byron, Muhammad Alí y su hijo Ibrahim, y Thomas Cochrane, tan conocido en América del Sur por su rol clave en la emancipación de Chile y Perú-, como fueron el Imperio Ruso, Francia y el Reino Unido, todas queriendo desempeñar un rol determinante en el Mediterráneo. El Imperio Otomano comenzó su declive, a lo largo de un siglo, hasta quedar desmembrado cuando finalizan las páginas de este libro, en los capítulos de las guerras balcánicas, la Gran Guerra y los tratados posteriores.

Resulta incomprensible la historia de la civilización occidental sin conocer la del Mediterráneo como un sistema de interrelaciones, conflictivas o no, que fueron puentes entre culturas muy diferentes. Fenicios, griegos, romanos, bizantinos, árabes, vikingos, turcos, cruzados, genoveses y venecianos, piratas, órdenes de caballería, españoles, franceses, ingleses e italianos, han sido los protagonistas en esas aguas. Si bien hoy ya no es el centro geopolítico del mundo, sigue siendo uno de los principales mares del planeta. El texto resulta interesante, también, para quien estudie la historia naval y sus transformaciones a lo largo de los milenios. 

Es, asimismo, una historia repleta de matanzas, saqueos, vejaciones, esclavitud, destrucción, aunque a veces iluminada con unos pocos destellos de humanismo, cosmopolitismo, paz y difusión del comercio y de las artes. 


John Julius Norwich, El Mediterráneo. Barcelona, Ático de los Libros, 2021.

martes, 24 de diciembre de 2024

"La ciudad y sus muros inciertos", de Haruki Murakami

La narrativa de Murakami entrelaza el mundo real con el imaginario de un modo sutil, casi inadvertido, sin sobresaltos en el pasaje de uno al otro. Este quizás sea uno de los motivos de su atractivo en tiempos en los que pareciera ser que la ficción está agonizando. Y aquí está, una vez más, Haruki Murakami con una novela extensa, como todas las que escribe, y que además retoma un tema que ya se desarrolló en El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, como es el de la ciudad amurallada en la que, además de humanos, vivían unicornios. Con variantes, sí, y con una existencia más real que en la otra versión. 

En esta novela, el protagonista había conocido en tiempos de sus estudios de secundario a una joven de otro instituto que, repentinamente, vuelve a esa ciudad de la que tanto le hablaba en sus salidas. Él busca la llave de ingreso a esa extraña urbe, de pocos habitantes, pero de la que fue conociendo detalles por las narraciones de su novia. 

Aquí se entremezclan historias de quienes se buscan a sí mismos, que tienen sueños que se perdieron, de travesías vitales que tantean en una extraña cartografía sobre quiénes son realmente. El auténtico yo, alojado en esa ciudad. Y como suele ocurrir en los textos de Murakami, hay una búsqueda de sí mismo alejándose hacia pequeños pueblos de Japón, entre las montañas, rehaciéndose desde la reflexión y el afrontar desafíos rayanos en lo mágico.

La literatura japonesa contemporánea tiene un embajador en Murakami, que además de la valía de su propia pluma, permite adentrarse en el bellísimo laberinto de la cultura milenaria del archipiélago oriental.


Haruki Murakami, La ciudad y sus muros inciertos. Buenos Aires, Tusquets, 2024.

sábado, 17 de diciembre de 2022

"La historia de Rusia", de Orlando Figes.

Orlando Figes es un autor erudito, inteligente y con una excelente pluma, que acompaña al lector con su conocimiento y reflexiones. Autor de varias obras sobre el pasado ruso y soviético, entre las que ya he comentado aquí Crimea y El baile de Natacha, y a las que debemos añadir la monumental La Revolución Rusa y Los que susurran, entre otros. Este año 2022, con la invasión rusa a Ucrania -que, en rigor, es una continuación de la anexión de Crimea en 2014, junto al apoyo a los dos gobiernos separatistas de Lugansk y Donetsk-, el pretérito de Rusia cobra relevancia para comprender este presente tan inquietante.

Parte desde la Rus de Kiev, con los principados de gobernantes vikingos instalados en lo que hoy son Ucrania, Bielorrusia y Rusia, en gran parte teñido por la leyenda dada la escasez de documentación del período. El error en el texto de Figes -ignoro si fue en la traducción, o si ya está en el original- es denominar "rusos" a los hombres de la Rus de Kiev y Novgorod. Es tan equivocado como suponer que los galos y los francos eran franceses, o que los germanos que lucharon contra Marco Aurelio eran alemanes. Son denominaciones extemporáneas que llevan no sólo a la confusión, sino también alimentan las narrativas políticas de los nacionalismos en esas regiones, pero que no contribuyen en nada a la comprensión histórica. El espejo era el Imperio Romano de Oriente, o Bizancio, cuya capital era una de las grandes ciudades de aquel tiempo, junto a Bagdad. En ese contexto, los gobernantes de Kiev se convierten al cristianismo ortodoxo, para aproximarse al esplendor de esa cultura antigua a la que admiraban. Por debajo de esa franja que dominaba, estaban los eslavos, de los que tomaron la lengua y con los que se fueron mezclando. Pero en el siglo X aún no se puede hablar de "ucranianos", ni "rusos", ni "bielorrusos". El súbdito seguía la religión del monarca y se identificaba con él, no con una nación, que es un concepto que podemos hallar acabadamente en el siglo XIX europeo.

La invasión mongola del siglo XIII dejó marcas y legados en la cultura de esa región, y Figes se encarga puntillosamente en señalar algunas en las costumbres, pero sobre todo en el concepto patrimonialista del monarca: las tierras, los bienes, las personas son patrimonio personal del gobernante, y esto permite explicar el desarrollo posterior del zarismo, de la Unión Soviética y hasta de la presente Rusia post soviética. Pero la parte occidental de lo que hoy es Ucrania, mayormente quedó bajo el dominio de la Mancomunidad Polaco-Lituana, marcando una diferencia política y cultural que persiste hasta nuestros días. Si bien los eslavos locales -¿proto ucranianos?- se fueron rebelando contra los señores polacos, hasta llegar al hetmanato cosaco, se fue incorporando a la órbita cultural europea de un modo por completo diferente al que se vivía en los territorios bajo dominio mongol, en donde se desarrollaron los ducados como el de Moscovia, que si bien era un señor local, mostraba su lealtad a la Horda de Oro.

La creación de los mitos fundacionales rusos en torno al zar, a la misión providencial de Moscú en tanto "tercera Roma", en su vinculación histórica y religiosa con el imperio bizantino, es una concatenación que recorre el texto hasta llegar a Vladímir Putin, pasando por la Unión Soviética y, en particular, en el rol que asumió Stalin. Esa pretendida excepcionalidad rusa -prácticamente todos los países tejen este tipo de relatos para legitimar sus acciones- es una fuerza motriz y, a la vez, enceguecedora, ya que se transforma en un velo frente a los horrores, los crímenes y las falencias. Como señalé precedentemente, el lector inquieto hallará en los otros libros de Orlando Figes las claves para comprender el auge y la caída del zarismo, así como la repetición de errores como la falta de equipamiento adecuado de su ejército, el desprecio por la vida de sus soldados, las visiones estratégicas sobre su espacio. 

El capítulo dedicado a la URSS post stalinista me dejó sabor a poco: la necesidad de publicar el libro mientras comenzaba la injusta invasión a Ucrania llevó a ahorrar páginas y explicaciones que, si bien no afectan el sentido, sí le quitan fuerza argumental. Omitió, por ejemplo, unas pocas páginas a la ruptura sino-soviética, a la rusificación de Asia Central y el Cáucaso, a la pérdida de los países satélites en 1989 en Europa central y oriental. En los capítulos previos, del tiempo zarista, apenas se menciona a la guerra ruso-japonesa, que impactó severamente en el poder imperial y en la visión que los rusos tenían de sí mismos, una humillación ante quienes querían ver como inferiores. 

Sí es muy claro y bien concentrado el capítulo final sobre Putin, aunque discrepo en su opinión respecto al supuesto impacto negativo de la expansión de la OTAN hacia Europa oriental -siempre hay que "comprender" a los gobernantes rusos, pero nunca se presta atención a los de las naciones de Europa central y oriental...-. El entramado oligárquico y prebendario de la vieja nomenklatura y cómo siguió apoderándose del país, a la vez que no logró formarse una sociedad civil fuerte, permite entender la lógica de la Rusia putinista de los últimos veinte años.  Este texto ayuda a desmontar el andamiaje de tantos relatos míticos del pasado ruso y eso, en sí mismo, es una labor de inmensa ayuda para que la racionalidad y la dignidad humana comiencen a ganarse espacio en la política internacional.


Orlando Figes, La historia de Rusia. Buenos Aires, Taurus, 2022.
 

domingo, 6 de noviembre de 2022

"Vicente Fidel López", de Pablo Emilio Palermo.

Vicente Fidel López (1815-1903), hijo único de Vicente López y Planes -autor del Himno Nacional argentino, presidente provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata tras la renuncia de Bernardino Rivadavia, y luego gobernador de la Provincia de Buenos Aires en 1852 después de la derrota de Rosas- fue un hombre de enorme talento y prodigiosa labor intelectual y política. Pablo Emilio Palermo, autor de la biografía sobre este hombre público, acometió una tarea difícil, como es la de sistematizar en esta obra lo que venía siendo una necesidad. 

Como el autor ya escribió una biografía sobre Vicente López y Planes, la concatenación es lógica y necesaria entre ambos libros. Pero aquí vemos cómo el padre se preocupó en forma constante por el hijo que, díscolo, se enroló muy joven en las contiendas políticas de su tiempo, que lo llevaron al exilio en Chile y Uruguay, en tanto Juan Manuel de Rosas fuera el gobernador de Buenos Aires. Habiendo nacido en un hogar en el que la política y los asuntos públicos estuvieron siempre presentes, el joven Vicente Fidel López se sumó a la sociedad literaria de Marcos Sastre y sintió el fuerte influjo del pensamiento de Esteban Echeverría, formando parte de lo que llamamos la Generación de 1837. Por su participación en las contiendas políticas en Córdoba, debió exiliarse en Chile, en donde ejerció el periodismo y la docencia. A pesar de los ruegos de su progenitor, el joven no cejó en su persistencia en labrarse su propio camino, y por ello emigró luego a Montevideo, en donde tuvo una destacada labor como abogado. 

La derrota de Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros y el nombramiento de Vicente López y Planes como nuevo gobernador de Buenos Aires, llevaron a que este joven retornara a la orilla occidental del río de la Plata y que, por iniciativa de Justo José de Urquiza, fuese el primero en ocupar el novel ministerio de Instrucción Pública de la provincia. Desde esa cartera y como conocedor del derecho, participó en el debate en torno al Acuerdo de San Nicolás y luego lo defendió en la Legislatura porteña, frente a los embates de Bartolomé Mitre y Dalmacio Vélez Sarsfield, enconados críticos de lo rubricado para organizar constitucionalmente la República. Con firmeza e inteligencia, utilizó su artillería verbal para erigirse en el vocero de ese Acuerdo en un entorno hostil, lo que le significó el ostracismo en su pequeña patria natal durante algunos años. Tras la dimisión de su padre a la gobernación, retornó a Uruguay y ejerció la abogacía, a la vez que daba sus pasos por la investigación histórica. Vicente Fidel López fue, como tantos otros hombres de su tiempo, un hacedor en distintos campos: la política, el derecho, la historia, la lingüística y la literatura. Pero a partir de la década de 1870, Vicente Fidel López retornó a Argentina y tuvo una actuación notable: convencional constituyente en la Provincia de Buenos Aires, diputado provincial y luego diputado nacional, a la vez que Rector de la Universidad de Buenos Aires. Esto no fue óbice para que prosiguiera su labor historiográfica e incluso tuviera un debate con Bartolomé Mitre. En varias cuestiones tomó partido con resolución: el proteccionismo económico, el laicismo, la autonomía municipal, la inmigración, las cuestiones limítrofes con Chile. 

Pablo Emilio Palermo rastreó y logró plasmar en la biografía esta acción pública con su vida privada, gracias a su minuciosa investigación de la correspondencia personal. De esos documentos brotan las preocupaciones por su hijo Lucio Vicente López -tal como su padre, otrora, le expresaba sus pesares durante su exilio en Chile y Uruguay-, un calor humano que no se puede vislumbrar en la obra historiográfica ni en el discurso parlamentario. En el decenio de 1880, fue publicada su monumental historia argentina, que tan profunda huella ha dejado en nuestro país.

En 1889, se sumó a la Unión Cívica junto a Mitre, Alem y el joven Francisco Barroetaveña, que cuestionó severamente la política del entonces presidente Miguel Ángel Juárez Celman. Si bien la revolución del Parque, de 1890, fracasó en su propósito, el primer magistrado renunció un mes después, por lo que asumió Carlos Pellegrini para completar el sexenio. En dicha circunstancia, y ante una grave crisis económica, Vicente Fidel López prestó una vez más sus servicios siendo ya un hombre septuagenario y con problemas de audición, esta vez como ministro de Hacienda. Acompañó a Pellegrini en los momentos más agitados, y en su paso por el ministerio se crearon la Caja de Conversión y el Banco de la Nación Argentina; pero debió abandonar la función antes de que el primer magistrado concluyese su mandato. No por ello se alejó del compromiso cívico, colaborando activamente en la creación de la Escuela Libre de Segunda Enseñanza. Pasó sus últimos años recluido con su familia, manteniendo el vigor intelectual y la producción literaria, hasta su fallecimiento en 1903.

Hombre de reflexión y acción, de estudio y de gobierno, Vicente Fidel López precisaba una biografía, y es por ello que damos la bienvenida a este libro erudito, minucioso y documentado de Pablo Palermo, convirtiéndose en un texto de referencia para los lectores sobre la historia argentina del siglo XIX. 


Pablo Emilio Palermo
, Vicente Fidel López. Una biografía. Buenos Aires, Dunken, 2022.

 

jueves, 21 de enero de 2021

"La ignorancia", de Milan Kundera

Ubicada la novela en la Checoslovaquia de la transición, en algún momento del principio de los años noventa, Milan Kundera relata el retorno de dos emigrados que escaparon en 1968. Irena, que huyó con su marido a Francia, y Josef, que escapó a Dinamarca. 

Cada uno por su lado, retorna a un pasado al que se habían aferrado, al que habían reconstruido en sus frágiles memorias humanas, en tanto que quienes se quedaron no intentaban descubrir los itinerarios vitales de los emigrados. Era un regreso a un lugar conocido, a una lengua con la que se reencontraban, pero al mismo tiempo era un abandono de las vidas que habían trazado en otras latitudes. 

Los pretéritos de Josef e Irena estaban entrelazados, momento significativo y singular para uno, completamente olvidado por el otro. Los hilos se entremezclan, las búsquedas de sentido se solapan, la necesidad de hallar un significado a todo lo pasado también sacude a quienes no emigraron. Y así, quienes permanecieron en Checoslovaquia tras la invasión soviética de 1968 ignoran cómo fue la existencia de los emigrados y se produce un silencio incómodo, sin preguntas, sin respuestas.

Novela de búsqueda existencial, de interrogatorios y de situaciones cotidianas, de vidas comunes en una Europa que buscaba entender el porqué de tanta tragedia.


Milan Kundera, La ignorancia. Buenos Aires, Tusquets, 2006.