miércoles, 7 de septiembre de 2011

"Un imperio fallido", de Vladislav Zubok.

El libro de Vladislav Zubok, Un imperio fallido, es un excelente libro que estudia el desarrollo y ocaso de la Unión Soviética durante la guerra fría, hasta su implosión en 1991. El autor utiliza archivos recientemente desclasificados, por lo que cuenta con un material de extraordinaria riqueza e interés sobre los debates que se produjeron en el Politburó durante el largo período de Stalin después de la segunda guerra mundial hasta Mijail Gorbachov. El autor, que es un historiador ruso, plantea que con Stalin se instaló un paradigma revolucionario-imperial en el que convergía el pensamiento socialista bolchevique de la revolución de 1917 con la extensa tradición del expansionismo zarista. Stalin no dudó en llevar adelante ese paradigma con un altísimo costo en vidas humanas y se atrevió a enfrentar a Occidente en escenarios como Europa central y oriental –especialmente en Alemania-, en la península coreana, en Irán, Turquía y Asia central.
Nikita Jruschchov no desmanteló este paradigma, y lo consolidó poniendo un marcado acento en la carrera armamentista nuclear, llevando al mundo a la crisis de los misiles de 1962 en Cuba, que bordeó el precipicio de la conflagración nuclear. Pero este fracaso en Cuba, el levantamiento del oprobioso Muro de Berlín en 1961 y los efectos de la desestalinización y el deshielo cultural en la URSS, condujeron a que fuera destituido en 1964 para coronar a Leonid Brezhnev.
Vladislav Zubok dedica un interesante capítulo a la situación interna de la URSS durante el período de la desestalinización y cómo afectó este proceso –a pesar de sus limitaciones- a favor de un cambio en la visión que tenía una nueva generación de soviéticos sobre su país y el exterior, al que poco conocían. Los líderes soviéticos no supieron responder a la aparición de intelectuales que se atrevieron a pensar y escribir por fuera de los lineamientos oficiales, como Borís Pasternak, Solzhenitsin, a los planteos pacifistas de Andrei Sajarov o al del cellista Mstislav Rostropovich. También actuaron con torpeza ante el justo reclamo de la minoría judía en la URSS, que deseaba emigrar al Estado de Israel con el apoyo del movimiento sionista y políticos demócratas y republicanos de Estados Unidos.
Tanto Jrushchov como Brezhnev eran novatos en su política exterior, y se comportaban más como burócratas que como herederos de un país con aspiraciones revolucionarias, lo que produjo fricciones con la China maoísta, la Yugoslavia del mariscal Tito, el Vietnam de Ho Chi Minh y la Cuba de Fidel Castro, entre otros. En Estados Unidos, Brezhnev encontró a un presidente como Richard Nixon que estaba dispuesto a llegar a acuerdos concretos y duraderos para alcanzar la distensión, a pesar de la conocida retórica anticomunista de este político republicano antes de alcanzar la primera magistratura. No obstante, como bien señala el autor, Brezhnev irá sufriendo un acelerado deterioro de sus facultades mentales y fortaleza física por su adicción a los calmantes, que comenzó a ingerir en 1968 cuando ordenó invadir a Checoslovaquia para detener el proceso de liberalización conocido como la “Primavera de Praga” liderado por Dubček. El Politburó siguió manejando los hilos del poder sin remover al secretario general, y tomó decisiones críticas para el futuro de la URSS y que hicieron peligrar la paz mundial, como la invasión a Afganistán en 1979, manipulando a Brezhnev. Zubok subraya el protagonismo de Andropov –luego sucesor de Brezhnev desde 1982 a 1984, porque asumió enfermo como secretario general- tanto en la invasión a Checoslovaquia en 1968, en donde a la sazón era embajador, así como la irrupción en Afganistán, siendo director del KGB. En ambas situaciones, Andropov manipuló la información disponible para sacar provecho y fortalecer su posición en la nomenklatura. Entre 1982 y 1985, los fugaces Andropov y Chernenko mantuvieron la inercia de la gerontocracia hasta que asumió Mijail Gorbachov como secretario general del partido.
El autor remarca la preocupación constante de Gorbachov ante la propuesta lanzada por Ronald Reagan, en 1983, de desarrollar la Iniciativa de Defensa Estratégica, un escudo antibalístico que aspiraba a neutralizar cualquier ataque nuclear contra los Estados Unidos desde el espacio. Si bien ya en tiempos de Lyndon Johnson y Brezhnev se intentó impedir el desarrollo de los ABM (misiles antibalísticos), la iniciativa de Reagan –popularmente conocida como Star Wars- provocó una seria preocupación en Gorbachov. De allí que se empeñara sinceramente en llevar adelante una política de desarme, en la que halló eco en el presidente estadounidense de manera insospechada para los miembros del Politburó. Gorbachov entendía que el severo retraso económico y social de la Unión Soviética requería un giro fundamental en la política exterior, para poder dedicar la gran masa de recursos que se invertía en la carrera armamentista y en el mantenimiento de estados satélites hacia mejoras sustanciales para la población.
El libro concluye con el desplome del sistema socialista en Europa oriental y la posterior desaparición de la Unión Soviética en 1991, a pesar de los intentos de Gorbachov para mantenerla de otra forma renovada. Es que, a criterio del autor, Gorbachov fue un gobernante que, por sus características personales, no actuó como tal: no se propuso utilizar la coerción en ninguna circunstancia, aun cuando ello significara observar sin actuar ante el ejercicio de la violencia de un grupo contra otro, como ocurrió con algunos movimientos nacionalistas. Y el primer deber de todo gobernante es, claramente, impedir que se dañe a los ciudadanos. Tampoco supo negociar la retirada de la URSS de Europa oriental, ya que fue concediendo sin exigir contrapartidas. Bien señala Zubok que Mijail Gorbachov tomó como modelo a la no violencia de Gandhi, pero él no fue el fundador de un estado, como sí lo fue Nehru.
Como complemento de este libro, sugiero la lectura de las memorias de Anatoli Dobrinin, quien fue embajador soviético durante casi 25 años en los Estados Unidos, publicadas en castellano por el Fondo de Cultura Económica con el título En confianza y del que pronto haré un comentario en este blog.
Se trata de un texto bien documentado, de buena lectura, indispensable para el estudioso del siglo XX y para el lector que quiera comprender qué ocurrió en ese mundo en el que imperaba el silencio y la opresión.

Vladislav Zubok, Un imperio fallido. Barcelona, Crítica, 2008. ISBN 978-84-8432-756-1

1 comentario:

  1. Excelente libro, necesario para conocer la Guerra Fría desde el punto de vista soviético. El paradigma revolucionario-imperial merece ser mejor investigado.

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