Esta compilación de una serie de estudios en torno al régimen nazi y su política de dominación racial y exterminio en el continente europeo, desarrolla una serie de temas que aún hoy, a setenta años del inicio de la segunda guerra mundial, necesitan ser esclarecidos por la investigación histórica. No sólo por las lagunas en la documentación -gran cantidad destruida por los propios nazis-, sino también por los relatos posteriores de muchos involucrados, ya en tiempos de la guerra fría.
Así, por ejemplo, es bien tratada la cuestión de cómo se involucró el ejército alemán (Wehrmacht) en las campañas de exterminio llevadas a cabo por las SS, sobre todo en la URSS y Polonia. Se sostiene que las más altas autoridades militares no sólo sabían del exterminio de judíos, sino que también prestaron su colaboración, ya sea por convicción, ya por acomodamiento o temor. Lo cierto es que la maquinaria de matar montada por las SS no hubiera sido posible sin la participación activa de la Wehrmacht; pero, con el inicio de la guerra fría, se prefirió exculpar a grandes porciones de la sociedad alemana. Asimismo, hubo muchas variantes en la utilización de los judíos como mano de obra esclava durante la guerra, dependiendo de las decisiones de los diferentes jerarcas nazis. Si bien todos ellos consideraban a los judíos como "subhumanos", algunos optaron por mantenerlos con vida como trabajadores ante el retroceso de las fuerzas alemanas en el frente oriental, para mantener la producción de armamentos.
El capítulo dedicado a los judíos del norte de África y si estaban incluidos en el listado de la Conferencia de Wannsee, aporta elementos sobre la vasta dimensión de la Shoá, ya que todo indicaría que se los sumaba a los de las respectivas metrópolis -Francia e Italia-, así como se había previsto el Aegypten Einsatzkommando, una unidad de la SS para apresar a los judíos de Egipto y Palestina.
Un capítulo insoslayable en el plan de exterminio fue el genocidio gitano (Porajmos), también considerada como una "raza inferior" y de conductas antisociales. Tras evaluar la esterilización masiva -descartada por su complejidad y costo-, se internó a los gitanos en campos de reclusión, así como los Einsatzgruppen hicieron ejecuciones masivas en el territorio soviético, del mismo modo que lo hacían con los judíos. Se hace notar que fue el "Holocausto olvidado" y que no sólo no hubo sanciones por el mismo en los juicios de Nuremberg, sino que tampoco hubo reconocimiento posterior. En las redadas participaron voluntariamente agentes de fuerzas policiales de las naciones conquistadas, un hecho que luego tampoco se asumió. Fue a partir del decenio de los ochenta que la cuestión del genocidio contra los gitanos comenzó a ganar terreno en los estudios históricos, tras ser ignorado o minimizado en los textos generales.
En este volumen también se encara la responsabilidad del Ejército alemán (Wehrmacht) en la política de exterminio de los judíos en particular, y de los habitantes eslavos de la URSS en general. Se plantea que los militares tuvieron un rol activo, que no se limitó a la SS, sino que fue generalizado en las tropas invasoras. Esta caída en la barbarie -que incluyó el sometimiento sexual- no tuvo ningún tipo de contención ni sanción, librándose a los militares a todo tipo de excesos y crímenes. Si bien no hubo instrucciones al respecto, tampoco hubo restricciones.
Otra cuestión, difícil, es cómo se encararon los estudios sobre la Shoá en la Unión Soviética y en la Rusia post-soviética. Para el enfoque clasista del marxismo-leninismo, la Shoá no fue estudiada desde su singularidad como genocidio contra el pueblo judío, sino como una guerra contra la URSS, por lo que los asesinados se contabilizaron en el total de víctimas en la Unión Soviética. Fueron muy escasos los estudios en particular sobre la Shoá, que recién en la Rusia post-soviética comenzaron a realizarse, aunque muy escasos. De hecho, Rusia no conmemora un Día del Holocausto, tal como ocurre en otras naciones europeas, aun cuando en su suelo hubo numerosas víctimas. El caso de los países bálticos es más complejo, ya que allí hubo colaboración activa de actores locales, por lo que resulta un hecho incómodo para la historia de países que todavía están elaborando y reflexionando sobre su pretérito reciente, mirando hacia la Rusia post-soviética y sus ambiciones territoriales.
Alex J. Kay y David Stahel (editores), Mass Violence in Nazi-Occupied Europe. Bloomington, Indiana University Press, 2018.
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