Cuando comenzó el inesperado proceso de transición a la sociedad abierta en -la desaparecida- Checoslovaquia socialista, los grupos disidentes checos se organizaron en el movimiento Foro Cívico, en tanto que sus pares eslovacos en la Opinión Pública Contra la Violencia. Dado que la parte checa reunía a dos tercios de la población, y la capital se hallaba en Praga, el protagonismo del Foro Cívico fue fundamental en la demolición del sistema del socialismo real. Asimismo, la posición de liderazgo del FC fue ejercida por el dramaturgo y ensayista disidente Václav Havel quien, curiosamente, era un escéptico de las organizaciones jerárquicas y de los partidos políticos. Pero su renombre internacional lo colocó en el centro de la escena.
El 10 de diciembre de 1989 asumió un gobierno de comprensión nacional del FC, la OPCV y el Partido Comunista, en el que hubo ministros de estas expresiones políticas. Cobró especial relevancia, hasta los comicios generales de junio de 1990, la Asamblea Federal de Checoslovaquia, a la que ingresaron por un complejo proceso de revocatoria de mandatos de más de un centenar de diputados comunistas, negociación y cooptación a través del mecanismo de la Mesa Redonda. De este modo, y de un modo no convencional, la Asamblea Federal tuvo diputados de los movimientos disidentes y transformaron a este parlamento en el escenario de vivas discusiones constitucionales.
Jiří Suk, reconocido especialista en la revolución de terciopelo e investigador en el Instituto de Historia Contemporánea de la Academia de Ciencias de la República Checa, se abocó al debate en torno a la nueva denominación del país. Václav Havel, presidente desde fines de diciembre de 1989, entendió que debía hacerse una profunda transformación desde el plano simbólico, y por consiguiente propuso el cambio de nombre de la República Socialista Checoslovaca por el de República Checoslovaca, el mismo del período de entreguerras. Así, buscaba conectarse con el pretérito de la presidencia de T. G. Masaryk, liberal y humanista. No obstante, y para su sorpresa, los eslovacos insistieron en un cambio de denominación que los contuviera. La primera propuesta fue "Federación Checo-Eslovaca", luego "República Checo-Eslovaca", en lo que se conoció como la "guerra del guión". Y es que el checoslovaquismo fue pragocéntrico, por lo que el retorno a ese antiguo nombre significaba la pérdida de toda posibilidad de autonomía e identidad para Eslovaquia.
Era este un asunto delicado en la historia del país, ya que Eslovaquia gozó de una "independencia" breve gracias a la ocupación alemana al territorio checo en 1939, conformando el "Protectorado de Bohemia y Moravia", en tanto que Eslovaquia se formó como un Estado independiente, aliado al Eje. Y en los años del socialismo real, específicamente en los de la "normalización" posterior a 1968, Eslovaquia fue la sede de grandes inversiones en el área de la industria armamentista. Finalmente, se arribó a la fórmula de transacción de República Federativa Checo-Eslovaca.
Suk divide su libro en dos partes: la primera, los debates de carácter constitucional y simbólicos; en la segunda, aporta una serie de documentos que se encuentran en los archivos del Instituto de Historia Contemporánea. Una vez más, brinda valiosos aportes a la comprensión de uno de los momentos históricos más ricos e interesantes de fines del siglo XX.
Jiří Suk, Konstituční, nebo existenciální revoluce? Václav Havel a Federální shromáždění 1989/1990. Praga, Ústav pro Soudobé Dějiny, 2014.
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