miércoles, 8 de enero de 2020

"Communists and Their Victims", de Roman David

Cómo retribuir a las víctimas de un sistema totalitario que duró cuatro decenios, con la hiperpolitización de la vida cotidiana en todos sus aspectos, fue uno de los capítulos más complejos de las transiciones del comunismo a la democracia liberal en el continente europeo.
En este caso, el autor se centró en Checoslovaquia y, más específicamente, en la República Checa y cómo influyó en el desarrollo de la democracia en los años siguientes a la revolución de terciopelo. Es un caso muy singular en Europa, ya que fue un país ocupado -pero no devastado- por la Alemania nazi entre 1939 y 1945, y luego del golpe de estado comunista de febrero de 1948, quedó como un satélite de la Unión Soviética hasta fines de 1989, cuando el régimen socialista se desmoronó en la revolución de terciopelo.
A partir de 1990 comenzó un proceso de restitución de propiedades a los herederos de aquellas personas que fueron perjudicadas por la implantación del régimen socialista a partir de 1948, así como muchos antiguos disidentes y prisioneros políticos recibieron una indemnización. Se hicieron públicos los listados de aquellos que fueron parte o colaboraron con la Seguridad del Estado (StB), el organismo de seguridad interna que vigilaba, acechaba y detenía a los opositores al régimen. Se aplicó, a partir de 1991, la lustración, por la cual antiguos miembros de la StB y destacados miembros del PC checoslovaco, no pudieron ocupar más funciones en el Estado. En 1993, a instancias de la coalición gubernamental de centro-derecha en República Checa, se votó favorablemente la ley de declaración de ilegitimidad del régimen comunista. Hubo, entonces, varias decisiones que significaron retribuciones o reconocimientos tanto en el plano material como en el simbólico. No obstante, para muchos antiguos disidentes, estas medidas no fueron suficientes, ya que persistió el aislamiento social que habían padecido durante el régimen socialista. Y percibían, además, que antiguos miembros del PC y de la StB no fueron debidamente sancionados.
El antiguo Partido Comunista checoslovaco no cambió su nombre ni su ideología, tan sólo su nombre por el de Partido Comunista de Chequia y Moravia. Preservó, de este modo, un caudal electoral más o menos estable a lo largo de los decenios, y apenas esbozó una tibia disculpa que, para sus afiliados, fue más que suficiente. Pero en términos generales, este PC se mantiene férreo en su defensa nostálgica del régimen totalitario. Sus miembros desconocen abiertamente las violaciones contra los derechos individuales y se lamentan de que las propiedades que tuvo esta fuerza política hayan sido convertidas, por los gobiernos democráticos, en hoteles o residencias. 
El autor hizo numerosas entrevistas con antiguos detenidos políticos, miembros de la StB y el PC, así como ciudadanos comunes, para analizar las perspectivas, y señala que considera que a partir de 1990 no hubo una política que buscara la reconciliación, que sólo podría salir como resultado del reconocimiento y disculpa de los miembros del PC y del conocimiento de la verdad sobre la opresión durante cuatro decenios en ese país centroeuropeo.
Se trata de un trabajo minucioso, sistemático y analítico de los procesos de justicia en Chequia, una obra que debe ser tenida en cuenta para comprender no sólo el pasado y presente de esa nación, sino también como herramienta de comparación con otros países que atraviesen situaciones similares.

Roman David, Communists and Their Victims: The Quest for Justice in the Czech Republic. Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 2018.  

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