Por sus conocimientos, reflexión crítica y amplitud de lecturas, Ezequiel Gallo es un gran historiador de la segunda mitad del siglo XIX en Argentina. En este libro se reúnen varios ensayos de su autoría, originalmente desperdigados en otras obras como capítulos o prólogos. Felizmente fusionados en este volumen, el lector tiene a su disposición sus aproximaciones a figuras como Mitre, Alberdi, Sarmiento y Pellegrini, así como a cuestiones de la historia económica y social de la Argentina decimonónica.
Gallo se empeña en poner matices y explorar la complejidad de los cincuenta años de crecimiento económico entre 1880 y 1930, arrojando luz sobre terrenos en donde imperan narrativas ideológicas. Utilizando fuentes primarias, como los censos nacionales y provinciales, así como las memorias de instituciones bancarias, rastrea las mutaciones aceleradas del sur de Santa Fe y de la Provincia de Buenos Aires, en donde los nuevos emprendimientos agropecuarios y el arribo de la inmigración modificaron el escenario. Es así como señala a los ganadores y perdedores de este proceso de transformación y modernización, en el que hubo una señalada movilidad social ascendente con la expansión de la urbanización, alfabetización y acceso a la propiedad.
Este período no estuvo exento de controversias políticas, teñidas por enfrentamientos entre líderes que no diferían entre sí por su cosmovisión. Y es que el Partido Autonomista Nacional, hegemónico en la época hasta la sanción de la ley electoral de Roque Sáenz Peña, no buscó innovaciones en el mundo de las ideas, sino la aplicación de las experiencias exitosas del mundo occidental. No obstante, sus políticas económicas fueron heterodoxas a pesar de reconocer los aciertos de la escuela clásica, con esquemas proteccionistas que fueron cuestionados, sí, por el radicalismo de Leandro Alem y el Partido Socialista de Juan B. Justo, ambos partidarios del librecambio. Habrá de ser Hipólito Yrigoyen, en la Unión Cívica Radical, quien en su debate con Pedro Molina llame a su partido a no declararse ni librecambista ni proteccionista, con el objetivo político de aglutinar todas las fuerzas posibles y no dispersarlas en discusiones programáticas. Ezequiel Gallo, que abrió las puertas de la investigación en estos campos, pone en evidencia el crecimiento de la industria en Argentina en todo el período tratado, lo que se contrapone con el relato predominante sobre un supuesto desinterés del Estado argentino por ese sector.
De particular interés es el capítulo en el que trata sobre el pensamiento conservador, esquivo y difuso en Argentina. Se trata, más bien, de una tradición política que de una doctrina articulada, que no prestó mayor atención a un desarrollo reflexivo, y que por ello se encontró a la defensiva y casi sin herramientas conceptuales ante la aparición de los autores nacionalistas que en el período de entreguerras anhelaron la imposición de un modelo próximo al fascismo, atrayendo a buena parte de las Fuerzas Armadas, la Iglesia Católica y la intelectualidad. Tras la desaparición física de los grandes líderes del PAN, como Julio Roca, Carlos Pellegrini y Roque Sáenz Peña, los sectores conservadores quedaron sin figuras aglutinantes y de alcance nacional, debiendo recurrir a políticos de otras extracciones como candidatos, tal como ocurrió en 1916 con Lisandro de la Torre, o en 1928 apoyando al binomio antipersonalista de Leopoldo Melo y Vicente Gallo.
Gallo, también, fue un pionero en el estudio de las cuestiones monetarias. Es por ello que su capítulo sobre la ley de convertibilidad de 1899 es un excelente cierre para el libro, sumergiéndonos en el gran debate que despertó la adopción del patrón oro que rigió hasta los inicios de la Gran Guerra de 1914, que significó estabilidad monetaria y más de un decenio de expansión comercial y progreso social.
Ezequiel Gallo, La república en ciernes. Buenos Aires, Siglo XXI, 2013.
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