En esa gélida pugna los libros tuvieron un lugar central, pero ¿cómo hacerlos llegar a destino, sin que cayeran en manos de los censores? Desde la CIA se utilizaron métodos de distribución de folletos a la población general, enviando globos a Checoslovaquia, Polonia y Hungría, con material traducido a las lenguas locales. Fueron las operaciones Prospero (1953) y Veto (1954) para Checoslovaquia, a donde fueron enviados unos cincuenta millones de folletos; Operación Focus para Hungría, en 1953-54, unos dieciséis millones; y Operación Spotlight, en Polonia, en 1955, con apenas 260 mil. Los aviones checos derribaban en el aire a estos globos, y se prohibía estrictamente a la población a que tomara y leyera esos textos. Los gobiernos de Europa Oriental y la URSS exigían el cese de envío de estos materiales a sus pares de Estados Unidos y la República Federal Alemana -desde donde se lanzaban-. De la impresión se encargaba Free Europe Press, ubicada en Munich y financiada por Estados Unidos, con el objetivo de que su producción bibliográfica fuera
un ariete mental contra el totalitarismo.
Globos lanzados desde Alemania hacia Europa Oriental |
Los libros eran enviados a instituciones académicas, bibliotecas y personalidades de la cultura y la ciencia: entre ellos, el dramaturgo Václav Havel y el cardenal polaco Karół Wojtiła... La recepción de los envíos dependía en gran medida de la censura de los regímenes socialistas pero que, a su vez, los libros incautados llegaban a circular en el mercado negro. El impacto de cada libro se multiplicaba, ya que los lectores los prestaban y hacían circular en sus círculos, y algunos llegaban a ser reseñados en revistas literarias. Los partidos comunistas hacían frecuentes campañas advirtiendo sobre los libros extranjeros "hostiles" y las "cartas subversivas" que podían llegar, solicitando a la población que las entregara. Los correos y censores participaron en este rol de impedir el acceso a la literatura externa, aunque esto variaba en cada país, siendo los más estrictos Rumania y los tres países bálticos, que formaban parte de la URSS. Se estima que entre los años 50 hasta los 70, más de dos millones y medio de libros fueron enviados a Europa Oriental, ya sea por correo o a través de personas que los entregaron personalmente. De los años posteriores aún no hay datos certeros, ya que mucha documentación todavía no ha sido desclasificada. El objetivo era resquebrajar el pensamiento único impuesto por el marxismo-leninismo, y de ese modo saltar por sobre la cortina de hierro.
El proyecto se desactivó en septiembre de 1991, cuando ya se habían celebrado elecciones libres y democráticas en Europa Oriental, y la URSS daba señales claras de su inminente descomposición.
Alfred Reisch, Hot Books in the Cold War: The CIA-Funded Secret Western Book Distribution Program behind the Iron Curtain. Budapest, Central European University Press, 2013.
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